A unos 14 kilómetros y 20 minutos en carro desde el casco urbano de Puerto Carreño, en la vereda Chaparral, queda el estadero del Caimán, un sitio elegido por transportistas y ciclistas de la región para parar por comida y bebida, o disfrutar de un juego de voleibol en la cancha que dispusieron allí sus dueños.
Yeni Niño, esposa del ‘Caimán’, atiende el establecimiento, cocina y limpia los pollos que cría su marido, Mario Villegas, un lugareño que fue a estudiar a Tuluá, Valle del Cauca, en el 2006, gracias a una beca que consiguió el alcalde del municipio llanero para algunos jóvenes de la región. “Mario heredó el apodo de su papá, a él también le decían Caimán porque nadaba debajo del agua”, cuenta Yeni.
Al otro lado del sitio donde nació hace 38 años, rodeado por los ríos Meta, Orinoco y Vita, Mario aprendió un técnico de Especies Menores, en el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA.
“Ahí me di cuenta que los que dan mejor rentabilidad en corto tiempo son los pollos, entonces vine a Vichada a hacer patria y tener un criadero. He llegado a tener hasta 3 mil pollos, pero ahora tengo mil. Los vendemos a clientes fijos o en el pueblo”, explica Mario.
Para Yeni y Mario, padres de un adolescente de 15 años, la llegada del panel solar que instalaron en su casa en un proyecto interinstitucional en el que participa el Ministerio de Minas y Energía y el Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas No Interconectadas IPSE, significa la posibilidad de ampliar su negocio de pollos.
“Con la energía el rendimiento de los pollos mejora hasta en un 30 por ciento. Hubo un momento en el que usamos plantas, pero eso es muy antieconómico porque el galón de gasolina vale cerca de 11 mil pesos y dura solo cuatro horas”, asegura Mario al tiempo que, comenta emocionado, con la nueva solución va a poder tener 24 horas de energía, sin necesidad del ruido ni del gasto económico.
Yeni también celebra la llegada del panel solar. Ella espera que con el nuevo rendimiento se pueda mejorar el estadero, que queda cerca de un kilómetro de la casa.
“Acá sufríamos mucho por la luz, pero ahora esperamos poder ampliar el negocio y organizarnos mejor”, sentencia la mujer.
Para esta familia de Puerto Carreño, la llegada de la energía limpia del sol, de la mano de los paneles solares, significa la posibilidad de hacer más rentables sus negocios, al tiempo que se proyectan a ampliar los servicios que en ellos ofrecen.
Las acciones del IPSE, de la mano del Ministerio de Minas y Energía, han iluminado también los hogares de cerca de mil indígenas ubicados en las inmediaciones de la capital del Vichada, con una inversión superior a los $3.700 millones.