En la comunidad indígena de Carpintero, ubicada en el departamento de Guainía, vive Andrea Cabares.  Con tan solo 18 años y madre de dos hijos, ella ha demostrado una increíble capacidad para superar obstáculos y mantener viva la esperanza de un futuro mejor, tanto para ella como para su comunidad.  Su sueño de convertirse en una profesional de la lengua castellana no se ha visto mermado por las dificultades. Actualmente, cursa el grado 11 y se destaca como la mejor estudiante de la Institución Educativa Carpintero.

La educación ha sido una fuente de fortaleza y propósito para Andrea. «Para mí es muy importante porque aquí me educan para ser buena persona y para mi futuro también», comenta con entusiasmo. Su dedicación a los estudios y su comportamiento ejemplar la han llevado a ocupar el primer puesto en su clase, algo de lo que se siente muy orgullosa.

«Quiero mostrar a mis amigos que es posible, ser buenas personas y alcanzar nuestros sueños. Mi sueño es luchar por mi pueblo y por mi colegio. Quiero ser profesora de lengua castellana y compartir mis conocimientos», afirma con una convicción que inspira a todos a su alrededor.

La llegada de la Central Agrovoltaica a Carpintero ha sido un cambio significativo para Andrea y su comunidad. Esta central, con una capacidad de generación híbrida de 87,48 kWp, 216 paneles solares, 72 baterías de 4710 Ah, respaldo diésel de 29 kW y 35 sistemas solares fotovoltaicos individuales para la población dispersa, ha proporcionado energía constante por primera vez en la historia de Carpintero. Gracias a esta energía ininterrumpida, las oportunidades de desarrollo se han multiplicado.

«Para nosotros, la central es un gran beneficio. Nos permite cargar los portátiles, digitar y estudiar sin interrupciones. Antes, cuando llovía, nuestras aulas se quedaban en la oscuridad, pero ahora siempre tenemos luz. Mis hijos también se benefician, pueden aprender a usar la tecnología y soñar con un futuro mejor», explica Andrea.

Además de proporcionar energía, la estructura elevada del proyecto agrovoltaico permite a la comunidad sembrar cultivos productivos debajo de los paneles solares, impulsando la economía local y promoviendo la autosuficiencia. Esta sinergia entre tecnología y agricultura no solo mejora la calidad de vida de los habitantes de Carpintero, sino que también fortalece sus lazos comunitarios y su identidad cultural.

Andrea, con su determinación y liderazgo, se ha convertido en un ejemplo a seguir para sus compañeros y su comunidad. Anima a todos a luchar por sus sueños y a no dejarse vencer por las dificultades. Su historia es un recordatorio de que, con esfuerzo y perseverancia, es posible superar cualquier obstáculo.

«Quiero que las mamitas que están pasando por dificultades vean que nada es imposible. Podemos estudiar, cuidar a nuestras familias y contribuir al desarrollo de nuestra comunidad. Ser madre y estudiante no es fácil, pero es posible y vale la pena. «Sigamos adelante, demostremos que somos capaces y que podemos transformar nuestro pueblo», concluye esta joven soñadora con esperanza y determinación.

La historia de Andrea Cabares es la esperanza viva en Carpintero, una comunidad que, gracias a la energía y la educación, está construyendo un mejor futuro para todos.

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