En el municipio más extenso de Colombia, Cumaribo, Vichada, el sol es testigo de una revolución energética que germinó en este territorio a través de la entrega de la central de generación híbrida más grande que el IPSE ha construido en las Zonas No Interconectadas (ZNI).  Esta innovadora infraestructura, con más de 3 mil paneles solares, lleva energía 24/7 y beneficia a más de 1300 familias, marcando un hito en el desarrollo sostenible de esta región.

En medio de esta buena noticia que llega a la región, emerge la figura de Marcelino Sosa, un líder indígena cuya sabiduría y esperanza resuenan como el canto del pájaro, su espíritu ancestral. Él, no solo es un guía para su comunidad, también es un guardián de las tradiciones y sueños de su pueblo. Con su voz serena y firme, este hombre narra la llegada de una nueva era, pues la central de generación híbrida no es solo un avance tecnológico; para Marcelino, es un rayo de esperanza que promete prosperidad y sostenibilidad para las generaciones venideras. A sus casi 80 años de vida puede decir que “la central es muy buena para la región porque impulsa el desarrollo, especialmente de las comunidades indígenas que están ubicadas  muy lejos de aquí”, afirma con esperanza.

Antes de la llegada de este proyecto, la energía en Cumaribo era un bien escaso y poco confiable. “Siempre teníamos un poco de energía, pero fallaba. Las luces llegaban y se iban, teníamos problemas. Ahora, con este sistema, será un remedio total”, relata Marcelino, destacando la importancia de una solución energética estable y continua que representa un avance significativo para sus habitantes.

El impacto de esta obra va más allá de encender bombillas. Según Marcelino, “tener energía es tener fuerzas para el desarrollo de la misma comunidad. Desde el punto de vista indígena, significa progreso y, desde la visión occidental, significa desarrollo para los colonos”. Este proyecto no solo genera la luz de los hogares, también abre las puertas a nuevas oportunidades económicas y educativas, cruciales para el bienestar de toda la comunidad.

Cumaribo se ha convertido en el primer Municipio Energético de Colombia, un impulso que las familias necesitaban para transformar sus vidas y sus tierras. Gracias a esta nueva fuente de energía continua, Colombia está viendo cómo se potencian los proyectos productivos locales, permitiendo que los ciudadanos trabajen de manera más eficiente y sostenible. Este avance no solo mejora la calidad de vida de las personas, también fortalece la economía de la región, promoviendo un desarrollo inclusivo y equitativo.

Marcelino ve en esta iniciativa un paso hacia el nuevo comienzo de un país que por mucho tiempo vivió los embates de la guerra. “Este proyecto puede cumplir con los deseos del presidente de la República de hacer la paz total en Colombia. Hay que hacerlo con gente interesada en que esto salga adelante, que comprenda ambas maneras de pensar, tanto la occidental como la indígena”. Sus palabras reflejan una visión de armonía y colaboración que es esencial para el éxito de estos proyectos.

La central de generación híbrida en Cumaribo no es solo un avance tecnológico; es un símbolo de esperanza y progreso, una prueba tangible de que, con esfuerzo conjunto, se puede construir un país equitativo. Este logro que aviva hogares y sueños marca el comienzo de una nueva era de desarrollo y paz.