Llegar a la comunidad Indígena de Ibudó Bosque, en el resguardo Dochama del municipio de San José de Uré, en el departamento de Córdoba, para los citadinos, no es nada sencillo, y mucho menos si no se está acostumbrado a montar en moto, caminar bajo el sol a 36°C, dormir en chinchorro, bañarse en el rio o comer lo que haya.
Para llegar a este resguardo indígena desde Bogotá, se deben recorrer más de 700 Km por aire y tierra; el viaje en carro llega hasta el municipio de San José de Uré, allí se toma una moto en donde por 30 minutos se anda en trocha, conociendo paisajes naturales hermosos bañados por las cristalinas y tranquilas aguas del río que lleva el mismo nombre del municipio. Luego, se debe descender por una colina a pie durante unos 20 minutos para llegar a la comunidad indígena de Ibudó Bosque de la etnia Embera Katío. Con la llegada del equipo del Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas – IPSE-, se podía ver en los ojos de la comunidad cierta intriga y esperanza de que con los forasteros algo bueno llegaría.
Y sí, con la llegada del IPSE, llegaban buenas noticias para esta comunidad indígena de más de 300 personas, pues se instalaron 39 Soluciones Individuales Solares Fotovoltaicas, que ahora iluminan la vida y las noches de estas familias.
Con la llegada de la energía solar alternativa han llegado nuevas vivencias y deseos para la comunidad, como el sueño de tener una nevera. Miguel Ángel Bailarín, por ejemplo, vio con la llegada de la energía, una oportunidad para crear su primer emprendimiento: “estamos contentos, compramos una nevera que nos ayuda a congelar bolis y a enfriar gaseosas, a futuro quisiéramos poder conservar alimentos”.
Y, aunque, no son muchos los electrodomésticos que se pueden encontrar en la comunidad, pues sus costos son altos y la mayoría de las familias no cuentan con ingresos fijos, se tiene el anhelo de poder conseguir los suficientes para una vida más cómoda. En el colegio llegaron algunas donaciones como un refrigerador para el restaurante escolar, una fotocopiadora y una licuadora.
Las actividades tradicionales de la comunidad son la siembra de alimentos de pancoger, principalmente maíz, plátano, yuca, arroz y caña. Una vez al año cuando los almendros entregan su cosecha, gran parte de la comunidad se dedica a la recolección de las almendras del árbol de choibá, para lo que realizan largos desplazamientos en el bosque para poder recolectar sus frutos que se encuentran en los copos de los árboles. Luego son cargados hacia sus tambos donde son secados y posteriormente se les extrae la almendra para ser comercializada.
Ibudó Bosque hace parte de las tres comunidades que integran el resguardo Dochama, junto con Dandadó y Batatadó, cuyo gobernador desde hace 10 años es Gabriel Arturo Domicó, un hombre amable y con carácter recio que decía lo feliz que estaban con la nueva forma de iluminar sus noches: “nosotros agradecemos mucho la llegada de la energía, pues ha sido un cambio para las familias beneficiarias. Muchas veces no contábamos con mechones o velas y teníamos que dormir muy temprano, ahora los niños pueden hacer las tareas de noche, se puede cocinar más tarde y dicen que a altas horas ya parecemos un pueblo porque se ve muy iluminado”.
“Ahora podemos cocinar más tarde, antes debíamos empezar a las cuatro de la tarde y acostarnos a las siete. Además, los niños pueden hacer tareas en la noche porque ya hay luz”, nos afirmó Dioselina Cansamá una tejedora de sueños, que se dedica a zurcir blusas típicas tradicionales y la ropa de su familia. En las noches con la llegada de la energía eléctrica aprovecha más tiempo para poder realizar sus costuras.
Giovanny de Jesús Domicó, además de ser un guardia indígena, teje atarrayas de pesca, labor que aprendió en la casa de cultura de Tarazá, en el municipio vecino del departamento de Antioquia, “estoy contento con la llegada de la luz porque antes no tenía tiempo para hacer esto. Todo el día estoy pendiente de cuidar a la comunidad y en las noches llegaba a dormir, ahora llego a tejer estas atarrayas para la pesca, porque está todo iluminado, y las puedo vender entre 200 a 400 mil pesos. Un ingreso extra para la familia”.
Sin duda alguna, la visita a este hermoso lugar de la Colombia profunda, ratifica la importancia del uso de las energías limpias en nuestro país, la energía solar ahora ilumina también las noches de esta comunidad, nos enseña también a valorar nuestros recursos naturales, a entender que la luz y el agua no son solo un derecho sino un lujo del que carece el 53% del territorio nacional en las Zonas No Interconectadas del país, pero que con voluntad política, se pueden lograr cosas importantes y llenar de esperanza a estas zonas tan olvidadas y apartadas de nuestro país, que no solo han sufrido el abandono estatal sino la crudeza de la violencia.