Manos que tejen el cambio en la Colombia Profunda.

 

Atrás van quedando los tristes relatos de la violencia que un día fueron protagonistas en Miraflores, municipio ubicado en el departamento del Guaviare que hoy construye una nueva historia cimentada con la resiliencia, fe y esperanza de sus más de 6 mil habitantes.

 

Entre la multitud de personas de esta Zona No Interconectada, oculta en las selvas del sur de Colombia, se encuentra María Medellín, líder artesana que teje con habilidad y dedicación los hilos de la tradición. Sus manos expertas, dan vida a obras de arte que reflejan la esencia misma de su tierra y su gente. Conocida por su destreza en el arte del tejido y su dedicación a preservar las tradiciones ancestrales, ella es un pilar en la comunidad y una fuente de inspiración para muchos.

 

“Miraflores es tierra de paz”, declara María con orgullo, mientras recuerda los humildes inicios de Missipi, la asociación artesanal creada por ella que reúne el talento de los artesanos de la región, cuyo nombre evoca la esencia misma de la comunidad. “Missipi significa canasto de Yaré o Bejuco. Aquí nadie sabía tejer. Entonces, yo llegué y les enseñé todas las cosas”, añade con una sonrisa.

 

Las palabras de María reflejan la importancia de la energía en su vida y en la de su gente. “A mí me gusta trabajar hasta tarde. Tener luz me ayuda mucho. Uno se anima a trabajar”, explica, destacando cómo la llegada de la energía eléctrica a través de la central de generación de energía híbrida, entregada por el IPSE, ha impulsado su labor artesanal y mejorado su calidad de vida.

 

Pero más allá de los beneficios prácticos, María vislumbra un futuro lleno de oportunidades para su comunidad. Sueña con la llegada de turistas que aprecien y valoren su trabajo, generando así una fuente adicional de ingresos y una mayor prosperidad para todos.

 

“Sería muy bueno que vinieran los turistas, para mí es lo mejor que nos puede pasar en esta tierra que tiene un nuevo comienzo lleno de paz”, comenta con entusiasmo. “Mi sueño, si Dios me lo permite, es que mis hijas sigan manejando el arte a través de Missipi y nunca lo dejen acabar”, añade con determinación, mostrando su compromiso con el legado que dejará a las futuras generaciones.

 

La central, que cuenta con 1323 paneles solares y una potencia de 701KWp, beneficia a 710 familias de las veredas Buenos Aires, La Esperanza, La Guarapa, La Hacienda, La Milagrosa, La Ye, Mate guadua Alto y el sector urbano; no solo representa un avance tecnológico, también un símbolo de esperanza y progreso para enfrentar los desafíos del futuro y continuar tejiendo juntos el tapiz de sus sueños.

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